No es que los venezolanos no tuviésemos emociones antes de aquellas fechas memorables en donde la protesta civil fue el hablar de los días, recordando aquellos movimientos que despertaron un deseo inmenso de conocer la libertad, la paz y la armonía; salieron con la belleza del pueblo, con el amor a nuestras tradiciones y comprometidos con la grandeza de un país que se ha vuelto tan pequeño bajo el yugo de un régimen que solo ha dejado división y rencor que se promueve desde el poder.
En nuestra Venezuela miles sufren la escasez, la inseguridad, la corrupción que nos roba la dignidad y el futuro, la impunidad, las “listas negras” gubernamentales que discriminan y dependiendo de tu puesto en ella, te persiguen. Existe más incertidumbre, y ese “¿Ahora qué va a pasar?” se convierte en el pan de cada día.
¡LIBERTAD! Es lo que suena en nuestras calles desde el 2007, cuando los estudiantes armados de pasión y con una bandera como escudo, salieron a las calles a exigir sus derechos. Siguiéndoles en el 2014 el pueblo aclamando y suplicando PAZ para todos, el cese de la represión y la persecución hacia aquellos jóvenes esperanzados en ser los súper héroes de la nación. Sin embargo, fueron silenciados con bombas lacrimógenas, dirigentes estudiantiles presos, seguidos por presos políticos y madres llorando sobre las tumbas de sus hijos que no pasaban de 25 años de edad. Nuevamente, Venezuela fue obligada a colocar rodilla en tierra por un gobierno represor, violador de los derechos humanos y usurpadores de sueños y futuros.
Sin embargo, una nueva fuerza nace, una nueva esperanza, un nuevo camino, una luz al final del túnel, y no, no se trata de las cacerolas del dirigente de la MUD, Chuo Torrealba, no. Se trata de venezolanos cansados, de venezolanos creyentes en el Referéndum Revocatorio, se trata de personas trabajadoras, profesionales que quieren invertir en su país, estudiantes que quieren ejercer dentro de su tierra, madres que están hartas de despedir a sus parientes; y a pesar de los atropellos del régimen, de las persecuciones –que son parte del “psicoterror” que el gobierno implementa– hacia dirigentes de partidos políticos, los venezolanos sienten y necesitan ese cambio que creen, piden y suplican que el gobierno por una vez respete la Constitución.
Y esto empezó con el 1 de septiembre del presente año, miles y miles de ciudadanos salieron a las calles a pedir que se activaran sus derechos reflejados en el artículo 72 de nuestra Constitución, una vez mas, demostrando que somos unión, fuerza y esperanza. Venezuela pide a gritos que se rompan las cadenas, suplica unión y paz, exige respeto, armonía y el fin de las barbaries de un gobierno nefasto que favoreció por muchos años a un sector de la población, pero esta misma es la que ha abierto los ojos finalmente, esta misma que con cacerolas descarga su frustración y su ira, logrando expulsar al presidente de Villa Rosa, la misma que exclama un final, un cambio y lo reclaman a través del Referéndum Revocatorio.
Sigue la ola de protestas en el país, la agenda de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no ha finalizado, continúan con planes y horas de manifestaciones, todo dentro del marco constitucional, legal y respetando cada uno de los procedimientos para lograr que se cumplan los derechos exigidos por un pueblo que demuestra ser mayoría. Sin embargo, la agenda del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no se deja opacar, siendo también dueños de la calle y movilizadores de ciudadanos a su favor y otros obligados a cumplir con la llamada “revolución”.
¿Qué pasará? El futuro político de Venezuela es incierto, sin embargo, muchos expertos afirman que estamos presentes ante la etapa final de un régimen que alcanzó perpetuarse en el poder a través de un discurso de odio y de esta manera logrando dividir el país en dos colores, que ha dejado de ser mayoría, y que busca cómo rescatar de ese “socialismo” que el ex-presidente Hugo Rafael Chávez Frías implantó en la mente de los ciudadanos.
Elizabeth Martinez / @Yeyimartinezz.
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