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La bestia de África


Robert Mugabe es el gobernante más longevo de África y el líder de la independencia de su país

En el África existen muchas bestias, unas son animales y otras que se les asemejan, con esto me refiero a los sanguinarios dictadores que han tomado el poder de distintos países de manera fraudulenta o violenta desde que comenzó la descolonización en los años 60 y que estalló en guerras civiles que aún dejan sus huellas en las economías de naciones como Chad, República del Congo, República Centroafricana, Sudán, Malí o Somalia.

Las bestias humanas, como Robert Mugabe, quien es presidente de Zimbabue desde 1987, son normalmente virulentas, iracundas y asesinas, y no lo digo para injuriar a nadie; desde que Mugabe es presidente de su país y lidera una “revolución en pro de los desprotegidos” la situación interna ha sido caótica. Robert Mugabe tiene actualmente 92 años y casi no puede cargar con su vida de libertinaje y lujos, suele caminar tomado del brazo de su ambiciosa esposa (quien se perfila como su sucesora en el cargo cuando este muera) y habla con mucha dificultad, casi siempre se duerme en los actos oficiales y repite el discurso de los años 90; la bestia comienza a perder su ferocidad pero no su locura.

Cuando Mugabe salió a la escena pública de Zimbabue y el mundo, era un héroe, incluso por encima de la imagen de Nelson Mandela, era vitoreado y amado por su pueblo. Distintos gobiernos le mostraron su admiración por la lucha independentista y el contra del apartheid, pero lo que no sabían los aduladores era el tamaño de monstruo que estaba naciendo. Robert Gabriel Mugabe inició desde su coronación en el poder una sangrienta represión contra los opositores que le llamaban “dictador”, censuró a la prensa y encarceló a cualquier disidente dentro o fuera de Harare, capital de Zimbabue; en sus sucesivos gobiernos ha amañado elecciones y comprado a muchas voces opositoras, incluso ha entrelazado amistad con tiranos de la talla de Muamar Al-Gadafi, Sadan Hussein, Alexander Lukashenco, Fidel Castro o caudillos como Hugo Chávez.

La denuncia más fuerte que cae sobre Mugabe es el genocidio que emprendió desde su palacio presidencial contra el opositor movimiento ZAPU (Unión del Pueblo Africano de Zimbabue), estas masacres fueron unidas con el nombre Gukuharundi. Según estimaciones de diversas ONG, la cifra de fallecidos por la campaña de terror promovida por Mugabe alcanzó los 30.000 civiles. Desde el gobierno y el partido ZANU-PF, el cual dirige la bestia, se ha negado su responsabilidad y lo ha achacado a una “campaña mediática de Occidente”, pero lo cierto es que los cementerios y fosas comunes dicen otra cosa.

En Zimbabue le temen a Mugabe, aunque en los últimos meses una campaña en las redes sociales ha promovido manifestaciones contra el régimen y han pedido mayor democracia y libertades civiles, por supuesto, la mayoría de las concentraciones han sido brutalmente reprimidas y sus voceros encarcelados. La Oposición a la bestia le acusa de despilfarrar millones de dólares en sus lujosos cumpleaños, donde incluso celebran con carne de elefante. Además de todo el horror, la crisis actual que vive Zimbabue fue promovida por las erradas políticas económicas de expoliación de tierras, de expropiación de empresas, de constante devaluación de la moneda y el posicionamiento del país con la inflación más alta del mundo, que ronda entre 14.000.000%. La población zimbabuense vive una aguda escasez de alimentos y productos básicos, muchos han tenido que huir a la vecina Sudáfrica para vivir, por lo menos, un poco mejor. Todo esto ha beneficiado a la permanencia en el poder de Robert Mugabe.

Un análisis fotográfico del dictador, realizado por el fotógrafo Platón Antoniou, lanzó la siguiente descripción psicológica de Mugabe: 

“Presenta un carácter aguerrido, impositivo y con tendencia a la inestabilidad. De juicio crítico poco definido, a pesar de sus impulsos incontenidos a la discusión y la polémica que a la vez le producen un placer íntimo. Es intuitivo, rápido en reflejos y con facilidad expresiva, y se defiende bien nadando en aguas revueltas y enfangadas (frente muy inclinada). Posee un punto de persona egocéntrica”.

No es casualidad, que todos los psicólogos y analistas, den el mismo resultado de la personalidad del viejo dictador africano, pues resulta llamativo que en cada discurso se “electrice” y expulse odio en sus palabras. 

Finalmente, entendemos que no conocemos a Robert Mugabe en su totalidad, jamás conoceremos sus manías de dictador y asesino y posiblemente su muerte le dé un descanso de la justicia terrenal que se merece, pero lo cierto es que su imagen de bestia no podrán cambiarla ni reescribiendo la historia, pues su victimas lo persiguen en cada momento, a donde quiera que vaya.



Carlos Guerrero / @SrVenezolano.

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