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EDITORIAL | un nuevo país


La juventud quiere un cambio radical para su patria

Venezuela está sufriendo en carne propia lo que Cuba vivió y está próximo a vivir nuevamente, en los años 90: el tan temido “Periodo especial”; hambre, desnutrición, escasez, desempleo, inseguridad, represión brutal y un discurso cargado de odio. A veces se percibe que no habrá un giro a todo este dolor; parece que los venezolanos están condenados a muerte con el Socialismo del siglo XXI, pero a veces también las esperanzas se despiertan y vuelven a tomar el camino de la resistencia contra la tiranía que se impone desde Miraflores.

En cada caserío, pueblo, ciudad, estado de Venezuela y hasta comunas, las personas desean un rotundo cambio político y económico. No hay rincón alguno que no rechace las políticas draconianas del “Periodo especial venezolano”, pero el principal rechazo es el de la juventud en las universidades, en los liceos, en las escuelas y en las calles; la juventud demanda un nuevo país y una profunda reflexión a toda la clase política venezolana.

Un nuevo país se desea, pero las personas no deben esperar que todo se lo den en bandeja de oro, porque para lograr los cambios anhelados hay que sudar, hay que dejar la apatía y la división. No se puede construir un nuevo país si nuestro pensamiento es irnos fuera de él, y vaya que se respeta la arriesgada y valiente decisión, pero un país no se construye desde afuera por más solidaridad que haya, un país nuevo se construye desde adentro con unidad, estudio, cultura, trabajo y fuerza. Venezuela necesita de todos; del doctor, del periodista, del ingeniero, del obrero, del campesino, de la señora encarga del aseo, de las amas de casa, de los estudiantes y de todo aquel que tenga la firme convicción de crear un nuevo país.

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