Ir al contenido principal

Convención Demócrata vs. Convención Republicana: ¿dos Estados Unidos?


Dos convenciones, dos campañas, dos agendas, dos proyectos, dos visiones de país. Llámese como se les llame, es claro que esta es la elección presidencial y la campaña política más contrastante y polarizada en la historia de los Estados Unidos, pero más aún, la más políticamente fenoménica que se haya podido ver.

Por un lado, está el magnate inmobiliario de bienes raíces y experto en reality shows, Donald Trump, y por el otro, la experimentada política y abogada de larga trayectoria en el poder político de Washington, Hillary Clinton. Trump, es un empresario con poca o nada de experiencia en la política pero muy audaz en los negocios y las finanzas; Clinton, es una política de carrera con amplios conocimientos de cómo se mueven y funcionan las cosas en la estructura de poder de la Casa Blanca.

Nunca antes en EE.UU. se había llegado a estas instancias electorales con dos candidatos tan impopulares. Y es que tanto Trump como Clinton son los aspirantes presidenciales con los negativos más altos de la historia electoral estadounidense. Sí, Donald y Hillary llegan a estas instancias de la carrera por la Casa Blanca con las percepciones negativas y tasas de impopularidad más altas del prontuario electoral del país norteamericano. La pregunta es: ¿por qué? Ambos candidatos son percibidos como miembros de élites y cúpulas de poder que no están verdaderamente conectados con las necesidades y demandas reales de la muy compleja, diversa y fragmentada sociedad estadounidense. Ahora pues, esta afirmación resulta muy aparentemente verídica porque, efectivamente, ambos forman parte de dos élites distintas pero conocidas a voz pópuli en EE.UU.

Trump forma parte de la élite económica al ser uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo según la revista Forbes, lo cual es irónico porque es el mismo Trump quien se opone a la continuidad y existencia de élites económico-financieras en el país mientras que promete erradicarlas. Clinton forma parte de la élite política de alto linaje que hace vida en el establishment de Washington al haber sido senadora por el estado de Nueva York, primera dama de EE.UU. (esposa del expresidente Bill Clinton) y secretaria de Estado del gobierno de Barack Obama hasta el 2014.

Es así pues que pareciera que en las elecciones del 8 de noviembre, Estados Unidos votará por el candidato menos malo, por así decirlo, que ofrece esta campaña. Sin embargo, ambos están aún a tiempo de mejorar sus respectivas imágenes, aunque puede que más Clinton que Trump, a solo 98 días de la cita que decidirá el destino y el futuro político, económico, social, militar y de seguridad de la nación más poderosa del mundo.
Con el propósito de afinar sus estrategias e iniciar la intensa carrera de campaña por los 50 estados del país, incluso hasta antes y después de los dos debates presidenciales de septiembre y octubre, Clinton y Trump fueron oficialmente nominados por sus partidos (Demócrata y Republicano, respectivamente) en las convenciones nacionales que se llevaron a cabo durante 4 días seguidos en Cleveland, Ohio (la Republicana) y Filadelfia, Pennsylvania (la Demócrata).

Primeramente, se pudo observar cómo la Convención Republicana fue un mítin muy clasista de lo más homogéneo de la tradicional masa étnico-social conservadora del tejido social estadounidense al agrupar y aglomerar a 2.472 delegados de los cuales 2.454 eran todos hombres blancos y solo 18 eran negros. De igual manera, fue evidente que la cita republicana se centró en satanizar a Clinton y pretender hacer ‘política’ exaltando sus debilidades más que en otorgar propuestas de campaña y un proyecto político-económico integral de reformas correctivas para EE.UU.

Asimismo, se evidenció que Trump logró compactar al segmento más conservador de la sociedad estadounidense apelando al nacionalismo y a un aislamiento mundial que ha logrado calar en el electorado más radical. Y, precisamente, son esos nacionalismos y aislacionismos los que configuran el proyecto proteccionista que Donald tiene para EE.UU.
Luego de todo el protocolo, Trump pronunció un discurso agresivo y cargado de divisionismo, de nacionalismo de ultraderecha, que emitía oraciones como: "No podemos permitirnos ser tan políticamente correctos", pero, ¿quiere tanto él romper con la ortodoxia como para anarquizar el poder en un país que posee uno de los sistemas políticos más ordenados y mejor estructurados del mundo con eficaz y verdadera separación de poderes? Trump también decía palabras como: "Soy el candidato de la ley y el orden", aunque, y suponiendo que sea así, el detalle está en que esa ley no se torne totalitaria y su orden no se vuelva coactivo, lo cual es un escenario factible si el magnate tomase el poder en 2017.

En resumidas cuentas, la Convención Republicana fue un encuentro plagado de ausencias clave como las de Rubio, Bush (Jeb y George W.), Kasich, McCain; apoyos que le hubieran servido de mucho a un Trump aislado en ese aspecto y que solo cuenta con el apoyo endeble de Paul Ryan (presidente de la Cámara de Representantes del Congreso) y el de su compañero de fórmula con altos índices de impopularidad, Mike Pence.
Trump tiene ganado el voto de la clase media y baja blanca, de los latinos legalizados en el país, de los trabajadores rurales y de los conservadores ortodoxos religiosos. ¿Le basta esa gama de apoyos para sobreponerse a un amplio espectro de soporte socio-político con el que cuenta Hillary Clinton?

Y es aquí donde se hace imperativo analizar una Convención Demócrata que inició con divisiones internas, ya que Clinton y Sanders son progresistas pero el apoyo de centro-izquierda es muy marcado aunque Bernie sea un izquierdista radical.

Hubo divisiones (y aún las hay) dentro del partido que mostraban que Clinton quiere progresismo sin ir tanto a la izquierda al tiempo que Sanders no planeaba lo mismo. Pero aún así, la cita demócrata se centró en imponer las políticas socio-económicas progresistas de la agenda de Clinton sobre la republicana tocando temas como los empleos, los subsidios, la asistencia social, las becas, la educación, las deudas estudiantiles, el aumento salarial y la reforma migratoria; una agenda que Clinton proyectará ahora más que nunca para ganarse el voto joven que aún apoya a Sanders y terminar de compactar la amplia masa de apoyos que posee entre las mujeres, los negros, los latinos indocumentados (11 millones), los judíos, los asiáticos, la comunidad LGBT, la amplia comunidad mexicana, cubana, puertorriqueña y venezolana de Miami, el estado de Nueva York (del cual fue senadora), el apoyo de su compañero de fórmula Tim Kaine (quien habla español perfectamente), el apoyo de la pareja presidencial Barack y Michelle Obama, el apoyo de su marido, expresidente y miembro del establishment político de larga data Bill Clinton, el apoyo del mismo Bernie Sanders, así como con un apoyo socio-cultural (actores y cantantes) más el apoyo del establishment político (Obama) que la impulsa muy alto.

Al igual que la republicana, la Convención Demócrata se ha basado en satanizar a Trump para estimular el voto castigo, ¿pero es esta una buena o mala estrategia política? recordando que la mayor estrategia de Clinton es ganar más del 70% del voto latino, ya que solo así vencerá a Trump con seguridad puesto que estados con la mayor cantidad de votos hispanos serán clave porque definirán esta elección. Esos estados son Florida, Virginia, California, Nueva York, Colorado y Nevada.

Entendiendo que Sanders apoya a Clinton, la división puede acabarse porque ambos son progresistas, más allá de la "revolución política" de Bernie. Y también, al haber sido Hillary Clinton nominada como la candidata oficial demócrata, su modelo socialdemócrata de centro será más progresista mientras se acerca noviembre, apostando así por un liberalismo de centro que se tornará en un conjunto de políticas de apertura en materia de política exterior y de reformas socio-económicas en materia de política interior muy por el contrario a las políticas aislacionistas de Trump que buscan desechar aliados configurando triángulos geopolíticos de poder exclusivos y aplicando reformas de depuración social interna con muros en la frontera, deportaciones a indocumentados y bloqueos comerciales a México mientras corta el envío de remesas de latinos a sus familiares junto con una reducción de salarios y aumentos impositivos para reducir el gasto público y apostar por la centralización económica en el gobierno federal.

Es así como se pueden interpretar dos convenciones que inician la carrera a la Casa Blanca con el objetivo de que uno de esos dos modelos llegue al poder político de la potencia mundial por excelencia.

Dos visiones, dos proyectos, dos Estados Unidos: uno aislado y proteccionista diseñado bajo la doctrina Monroe “América para los americanos” y bajo el lema “Make America great again”, y otro más inclusivo, abierto, diverso y liberal en lo político, lo económico y lo social tanto interna como externamente.

  • Dato: Según la más reciente proyección de una encuesta de CNN, Hillary Clinton va ganando la intención de voto con 52% sobre un 43% de Trump, mientras que hay un 5% de indecisos. Esos votos indecisos serán los que Clinton buscará canalizar como voto castigo para darle un knock out a Trump, así como también lo tratará de hacer con el voto de los independientes. Pero, ¡ojo! Que no se cometa el error de subestimar a Trump porque pase lo que pase, el resultado de esta atípica elección en EE.UU. será muy reñido y cerrado. ¡Good luck, America!



Ricardo Serrano / @RS_Journalist.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Grandes personajes de la cultura Wayuu | Francisco Jiménez

L a cultura Wayuu es rica en todos sus aspectos, desde la parte socio-antropológica hasta la socio-cultural. Es interesante ver cómo el sistema de representación de este pueblo integra una serie de deidades importantes en su  universo mítico. La figura central es Maleiwa, Dios creador de los Wayuu y fundador de la sociedad. También están Maa y Juyá, esposos asociados a la generación de la vida. Maa, la madre Tierra, se asocia a la sequía, los vientos y algunos lugares que habita. Juyá, su esposo, es la gran lluvia de esas tierras. A pesar de esta gran majestuosidad y la  importancia que juega esta etnia en la  sociedad, se ha podido ver cómo han ido perdiendo el valor cultural que poseen, pues algunos  indígenas reniegan de sus propios orígenes; olvidándose así del  sentido de pertenencia y logrando de esta forma la deculturación . Cabe destacar que, aunque muchos indígenas niegan sus costumbres, existen  grandes personajes Wayuu que han colocado el nombre de la etnia en

Rocío San Miguel y la asfixia a la sociedad civil | Carlos Guerrero Yamarte

Rocío San Miguel ha sido recluída en El Helicoide, el mayor centrode tortura de Venezuela El fin de semana pasado y los posteriores días de carnaval en Venezuela se convirtieron en horas oscuras para la familia de la activista y presidente de la organización no gubernamental Control Ciudadano, Rocío San Miguel , quien fue arbitrariamente detenida el pasado viernes 9 de febrero en el aeropuerto internacional Simón Bolívar y luego resultó ser víctima de una desaparición forzada al igual que su hija Miranda Díaz San Miguel, dos de sus ex parejas y dos de sus hermanos. Pero la detención de Rocío San Miguel se convirtió en una estruendosa alarma para la sociedad civil venezolana que vio en su desaparición una arbitrariedad más que ha consternado al país y a la comunidad internacional, que volvió a conversar sobre la crítica situación de derechos humanos que atraviesa Venezuela, pues si el régimen chavista decidió silenciar a través de la persecución a una mujer que es experta en temas relac

Es hora de oxigenarse | Carlos Guerrero Yamarte

"El PSUV necesita irremediablemente una pausa, necesita oxigenarse, les urge volver a respirar y reinventarse" El chavismo como movimiento político y social ha fracasado. Es evidente. Pero ha fracasado porque ha decepcionado a sus propias bases; fracasó porque dejó de ser una esperanza para convertirse en una tragedia nacional. Aquel proyecto que en su momento encarnó Hugo Chávez es hoy el gran anatema que pesa sobre millones de personas que vieron en él una posibilidad de superación pero que, gracias a las desviaciones propias del autoritarismo, se transformó en una desgracia que urge detener. Los últimos acontecimientos en el país han dejado en evidencia, por enésima vez, las debilidades propias del sistema gobernante. En primer lugar, el chavismo ha seguido el guión de ruptura que siempre le ha servido para dividir a la oposición democrática, pero en estos momentos parece que no les funcionará; desde el poder han buscado detonar abstención y violencia, pero esta receta no