Turquía vivió un fin de semana de apuros
El viernes no fue un día cualquiera para la convulsa y paranoica sociedad turca, en la cual se vive con temor a las constantes amenazas de la organización Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), del propio Estado Islámico, que el pasado 29 de junio se adjudicó el atentado terrorista al aeropuerto de Atartürk el cual cobró la vida de 41 personas y cientos de heridos; así como del propio gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan, quien se ha convertido en un dictadorzuelo que persigue y reprime a todo aquel que se atreva a levantar la voz.
Turquía vivió el fin de semana más largo y doloroso de su historia reciente con la inesperada declaración de un grupo de militares que se sublevaron en torno a las 21.30 horas contra el legítimo gobierno de Erdogan. Los militares, en su mayoría jóvenes del Ejército, alegaron que su golpe o “restauración democrática” era contra “el traidor” de Erdogan el cual afirman ha violado los derechos humanos y ha hecho de Turquía una república ligada al “terrorismo”. El cierre del puente Bósforo y luego del puente Fatih Sultan fue el inicio de lo que comenzaría media hora después, cuando los residentes de Ankara (capital) y Estambul (segunda ciudad más importante) denunciaban el sobrevuelo al ras de los techos de aviones y helicópteros de combate y el molestoso sonido de varios disparos.
El régimen turco confirmó lo que en el mundo ya se percibía como una intentona golpista a las 22.00 horas mediante un comunicado leído por el primer ministro, Binali Yildirim. Para entonces el presidente Erdogan se encontraba de vacaciones junto a su familia en la ciudad de Bodrum, en el suroeste de Turquía. Los golpistas, muy inexpertos según varios medios, tomaron la sede de la cadena de televisión turca TRT, donde obligaron a una presentadora a emitir un comunicado, en el cual se anunciaba al país que se había formado un “Consejo de paz” para presidir un gobierno “democrático”; luego de esto el mundo se sorprende y, por si fuera poco, un intenso tiroteo se da en el cuartel general del Ejército “General Staff”, allí , cae en manos de los golpistas el jefe del Estado Mayor y es trasladado a un lugar desconocido.
Ante el alboroto y el intercambio de información, el paradero de Erdogan era casi imposible de saber, pues algunos aseguraban que iba camino a Alemania mientras que otros decían que estaba en Inglaterra o Qatar; lo cierto fue que al pasar unos minutos, luego del comunicado golpista, el presidente apareció en CNN Türk mediante la aplicación de vídeo-llamada FaceTime, allí aseguró mantener el poder y aprovechó para culpar de la intentona golpista a su principal enemigo, Fethullah Gülen, quien se encuentra autoexiliado en EE.UU., luego de su enemistad con Erdogan. Asímismo, el presidente turco dirigió un mensaje a los militantes de su partido, el poderoso AKP y les pidió que salieran a las calles en rechazo al golpe, sus seguidores no se hicieron esperar y salieron a enfrentarse a los militares golpistas.
Mientras la situación comenzaba a tornarse violenta, la comunidad internacional pidió el respeto a la democracia y a la legitimidad de Erdogan, pero la crisis interna era grande. Los tanques de los rebeldes rodearon el Parlamento y dispararon a su facha hiriendo a varios de los diputados; en Estambul los disparos se escuchaban en las calles y los enfrentamientos se acrecentaban. El Ejército, en su afán de controlar el poder, declaró la ley marcial, pero los seguidores de Erdogan la obviaron y continuaban en las calles exigiendo el fin del intento de golpe de Estado.
La llegada de Erdogan a Estambul, en torno a las 03.00, fue extraordinaria ante las cámaras de los medios que seguían minuto a minuto lo que ocurría y lo que se veía como el debilitamiento de los golpistas. Una multitud esperaba a Erdogan en el aeropuerto de Atartürk al grito de “¡Ala es grande”!, allí el golpe parecía derrotado. Con un cierto nerviosismo, pero desafiante, Erdogan se dirigió a la prensa en un salón atestado de medios y colaboradores cercanos que lloraban de felicidad al ver a su “mesías” sano y salvo.
En el salón, Erdogan denunciaba un supuesto intento de asesinato, la represión de los golpistas a la población civil y prometía “castigar” a los responsables con “el precio más caro”. Mientras esto ocurría, en un ánimo desesperado, los rebeldes tomaron la sede de CNN Türk, ya que la sociedad civil los expulsaba de TRT. En la cadena televisiva, los golpistas tomaron la sala de redacción e intentaron enviar un comunicado, pero les fue imposible, los trabajadores y un grupo nutrido de ciudadanos los sacaban a patadas de la edificación. Ya el golpe se venía abajo.
En Estambul y Ankara, la Policía junto a los seguidores de Erdogan, arrestaban a militares; los ciudadanos se lanzaban contra los tanques y muchos apaleaban a los golpistas que pedían clemencia. La intentona se derrumbaba a medida de que el pueblo pedía a gritos el fin de aquella alocada actuación del Ejército, que es el segundo más importante de la OTAN.
Con los golpistas rindiéndose, los medios internacionales transmitían las imágenes de varios muertos en las calles en Estambul y el arresto de militares golpeados y esposados, así como se difundía por las redes sociales, que en otrora fueron censuradas por Erdogan, el momento exacto en el que un helicóptero rebelde disparaba contra manifestantes. Se supo que ese helicóptero fue derribado por un F-16 de militares leales a Erdogan.
El rechazo de la población al golpe de Estado, la contundencia del mensaje pro-Erdogan de la comunidad internacional y la fuerte presión interna de los partidos políticos, obligaba a muchos rebeldes a dejar sus armas y a entregarse a las autoridades que ya daban por hecho el fin del golpe. El sábado por la mañana, con centenares de arrestos, muertos y heridos, el último grupo de los sublevados en rendirse lo hicieron con las manos arriba en el puente Bósforo, donde por primera vez se podía observar a militares arrepintiéndose de sus actos en ese país; la población civil se apersonó al puente para celebrar la derrota del golpe. Erdogan ya controlaba el poder y se daba un baño de pueblo.
- ¿Y ahora qué?
Después de los 6.000 arrestos, los 290 muertos y miles de heridos, surgen innumerables dudas y que para responder no es tan fácil en momentos tan cerrados como los que vive Turquía. Algunos analistas, como Íñigo Moré, aseguran que la respuesta que Erdogan dará al golpe será “inmediata y contundente”, pues es evidente que el intento de golpe de Estado le dio al “sultán” una excusa más para perseguir y, como asegura una nota del diario español El Confidencial, “deshacerse de enemigos políticos”.
Recep Tayyip Erdogan ha desatado purgas desde el Ejército hasta los tribunales turcos, donde ha ordenado la destitución de jueces y militares que, supuestamente, “fueron dóciles con los sublevados”. Ante las purgas, Occidente ha advertido a Erdogan de la profundización de la crisis, pero parece que al presidente no le importa mientras la “limpieza política” este en curso.
Fernando Mires, articulista, escritor y gran intelectual de nuestros tiempos, asegura que los pasos a seguir de Erdogan pueden ser dos: “entender que al interior de los sectores más modernos de su país existe un gran malestar en contra de los proyectos fundamentalistas anidados en su gobierno y lo más probable es que Erdogan utilice el fracaso del golpe para hacerse todo el poder”. Evidentemente se dan varias hipótesis del rumbo que tomará el jefe de Estado, pero lo que se ve sobre la mesa es el aumento de la represión, la continuidad de las purgas y su artornillamiento en el poder político.
Ahora se sabe que el apoyo popular a Erdogan es muy importante, tal vez no sea lo mismo en las Fuerzas Armadas, pero hay importantes grupos dispuestos a rendir lealtad al máximo líder del AKP. Al mundo sólo le queda esperar y seguir con atención lo que ocurrirá en Turquía, mientras que a los gobiernos de Estados Unidos y de la OTAN deben estar muy atentos y no ser permisivos con las políticas represivas del Sr. Recep.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
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