Ha ocurrido lo que todo el mundo temía y cuando digo todo el mundo, me refiero no solo a la Unión Europea y a los británicos proEuropa, sino también al resto de la comunidad internacional: se produjo el llamado ‘Brexit’, tan rechazado por unos pero tan anhelado por otros. ¿Es entonces la salida del Reino Unido de la Unión Europea el reflejo de una intensa batalla política entre liberales y conservadores, entre nacionalistas y globalistas? Sí, entre el Partido Conservador del exprimer ministro David Cameron y el Partido Laborista de Boris Johnson y Nigel Farage; el primero, un duro defensor de la permanencia en el bloque europeo; el segundo, un nacionalista y secesionista impulsor de un proyecto político-económico proteccionista y aislacionista que no se sabe si será tan exitoso como lo fue el resultado que obtuvieron al ganar el referéndum sobre la permanencia en la UE del 26 de junio con 51% de los votos para la opción del “Leave” (salir) contra un 49% de votos para la opción del “Stay” (quedarse).
Ahora pues, mucha campaña política se hizo en el Reino Unido hasta la saturación para promover tanto la permanencia como la salida, pero esta última terminó ganando la batalla y pareciera que ahora su máximo partido impulsor (Laborista) no sabe qué hacer para manejar los hilos del país y conducir el destino de ese barco a puerto seguro en medio de un turbulento y largo camino que no será fácil ni políticamente cierto. Y es que la activación del artículo 50 del Tratado de Lisboa, que inicia los mecanismos políticos y diplomáticos para negociar una salida consensuada del bloque de algún Estado miembro con la burocracia y la élite de Bruselas, es una carta muy peligrosa que por ahora el Gobierno no está dispuesto a jugarse, pero, ¿por qué? En medio de una fragmentación dentro de las bases del Partido Conservador y la pujante presión del Laborista sin lograr enviar un candidato seguro para ser primer ministro, David Cameron decidió dimitir y su partido se adelantó al rival nacionalista euroescéptico para nominar como su sucesora en la primera magistratura política de esa monarquía parlamentaria a Theresa May; mujer fuerte con claras convicciones políticas que ya está siendo comparada con la ‘Dama de Hierro’ Margaret Tatcher (ex primera ministra británica y primera mujer en ocupar ese cargo).
David Cameron deja un legado intachable y una huella imborrable en un país que él consideró como “más fuerte hoy que en el pasado” cuando pronunció su discurso de dimisión oficial el miércoles 13 de julio. Pero, ¿es necesario revisar lo que hoy deja Cameron en Gran Bretaña para observar los retos que le aguardan a la nueva primera ministra y segunda mujer en el cargo Theresa May? Sí, hoy vemos un Reino Unido que aumentó la tasa de empleo y las oportunidades laborales para los jóvenes en un mercado laboral más amplio gracias a los beneficios del acceso al mercado único europeo y la libre circulación de personas, que ya no recibirá más el país tras lo afirmado por los líderes de Bruselas.
El primer golpe que recibió Reino Unido tras confirmarse la victoria del Brexit fue una estrepitosa caída y devaluación de la moneda nacional: la libra esterlina, con respecto al euro y al dólar, una caída de 12% que tambaleó los mercados europeos ocasionando pérdidas en las bolsas más importantes del continente, de Asia y de EE.UU. (Wall Street) hasta el punto de presentar caídas 5, 6, y 3%, más que todo en importantes índices como el Dow Jones y el Nasdaq, así como caídas de 3,5% y 4,5% frente al euro y al dólar, respectivamente. De igual manera, ocasionó una baja en la calificación crediticia de Standard & Poor’s para el UK y un retroceso de 13% en las acciones del Deustche Bank (Banco Alemán). Sin duda alguna, esta caída de la libra se produjo porque disminuyó la liquidez de la banca británica al caer las cotizaciones en bolsa y alejar las inversiones por la desconfianza de un ambiente político inestable en un Reino Unido aislado y fuera de la UE, afectando al sistema bancario europeo, que está pasando por una de sus peores crisis de deuda en el BCE (Banco Central Europeo) tras la recesión del euro por la baja en las exportaciones europeas y la caída del precio del petróleo y las materias primas junto con la de las cotizaciones de los mercados mundiales en las bolsas internacionales acumulando pérdidas de 2,1 mil millones de dólares tras el triunfo del Brexit.
Ante un escenario tan contraproducente y totalmente adverso al Gobierno británico, en necesario recalcar que el principal motivo de la decisión de la mitad de los británicos de salir de la UE fue debido al rechazo total de ese segmento de la población (de 50 años en adelante) a seguir viviendo en un país que tenga que rendirle cuentas a Bruselas y destinarle miles de millones de euros de su presupuesto nacional en fondos públicos a la burocracia económica de la UE en contribuciones fiscales como “impuesto” por ser miembro del bloque común europeo, aunque no de la Eurozona, lo cual implicaría un mayor gasto.
Un 80% de la población joven económicamente activa del Reino Unido votó por quedarse en la UE y eso representó una fuerza social con un descontento tan grande que será la principal corriente contra la cual tendrá que navegar el barco la primera ministra Theresa May. En un país con muchas oportunidades laborales pero una competencia voraz en su complejo mercado, la tasa de desempleo podría aumentar si Reino Unido no logra negociar a buenos términos el beneficio de la libre circulación como medida extensiva de apertura del país a flujos migratorios de fuerza laboral proactiva, a lo cual se oponen los partidarios del Brexit con su doctrina de “Gran Bretaña para los británicos”.
A pesar de la incertidumbre, ¿cómo podría Reino Unido afrontar el futuro fuera de la UE sin caer en recesión? Si llega a haber el capital político y las voluntades suficientes dentro del presionado gobierno de May, podría adoptarse un programa económico de ajuste basado en una mayor recaudación fiscal para conseguir un superávit del 8% del PIB, atraer más inversión extranjera directa de países aliados como EE.UU. (si logra un TLC con ese país), Chile, Rusia, China, entre otros, a través de tratados progresivos de libre comercio, crear un fondo de estabilización macroeconómica para diversificar su economía canalizando 50% de los flujos de capital provenientes de su comercio con aliados, crear un fondo de inversión, uno de reserva y uno de recapitalización para la banca británica y revaluar la libra aumentando la liquidez.
Asimismo, es clave que Reino Unido siga obteniendo el 20% de las IED de China que ha canalizado, el 11% de las inversiones de Perú y el 19% de la rentabilidad obtenida en inversiones hacia América Latina, si Theresa May logra preservar eso, en conjunto con la entrada del Reino Unido en la EFTA, la European Free Trade Association (Asociación Europea de Libre Comercio), podrá disminuir el déficit fiscal, repuntar en el PIB con un aceptable 8% y una revaluación del 20% de la libra para fomentar y hacer crecer el consumo pero también la oferta, el empleo, la producción y el gasto público orientado a la creación de cada vez más empleos para generarle más y más entradas a las diversas áreas de la economía británica, si es que no se vuelve radicalmente proteccionista debido a la presión de los grupos políticos proBrexit.
Por todos estos factores y más, es que ahora los 27 Estados miembros de la UE deberán sustituir el liderazgo de primer nivel que tenía el Reino Unido en el bloque con un conjunto de liderazgo que trate de acercarse a la preponderancia económica y comercial británico en el mercado común europeo, probablemente una compactación comercial más sólida entre Alemania, Francia, Italia, España, Bélgica y Holanda, considerando que si RU cae en recesión y el plan no funciona, los precios de las materias primas podrían caer más bajo y afectar más al ya contraído comercio mundial. Sí, así de grande es la importancia del Reino Unido en Europa y en el mundo. Por ello, lo que pase de ahora en adelante en la Gran Bretaña, incluso si se da la exigida secesión de Escocia e Irlanda del Norte, afectará tanto al país y a Europa como al resto del mundo que está conectado comercialmente de manera directa o indirecta con la isla, pudiendo así darse el fin de la existencia de un Reino Unido, lo cual generaría una crisis política, geopolítica, económica y hasta social en la monarquía parlamentaria británica.
Una cosa sí es cierta y segura: esté adentro o afuera de “Europa”, el Reino Unido y la Gran Bretaña seguirá siendo una de las potencias económicas y geopolíticas del complejo tablero de ajedrez internacional. Good luck, United Kingdom! Good luck, british people!
Ricardo Serrano / @RS_Journalist.
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