Desde hace muchos años, Venezuela estaba situada entre los primeros países del mundo con una tasa elevada de inmigrantes por ser catalogada como un país de emprendimiento económico, lleno de oportunidades, que le facilitaba un panorama armónico (económicamente hablando) a los inversionistas extranjeros, quienes a su vez resultaban ser los principales ofertantes de trabajo.
Ahora bien, si se analiza con calma los efectos de la crisis económica mundial, se logra determinar que Venezuela no podría estar exenta de las consecuencias negativas que ésta ha traído consigo. Principalmente por ser un país monoproductor, rentista, netamente dependiente de los ingresos petroleros y recientemente también se ha visto afectada por las decisiones gubernamentales implementadas.
Hay quienes le atañen el problema al llamado “socialismo”, sin embargo, existe una raíz que antecede la situación que ahora se vive. Si estudiamos la perspectiva del opositor, descubriremos que para él, la falla primordial está ligada a la toma del poder y el período presidencial del expresidente Hugo Chávez y que empeoró con la llegada del presidente Maduro. Pero, si profundizamos la ideología socialista, podríamos entender la posición del cultivo e incentivo de los valores ciudadanos y los argumentos serían: la inclusión, la ayuda al desamparado, el estudio gratuito, entre otras cosas.
Sin embargo, las dos realidades representan las dos caras de una misma moneda y los antecedentes de la crisis se remontan a las decisiones tomadas por expresidentes que representaron en su momento a los partidos con un modelo económico capitalista. Por un lado, no fue precisamente el presidente revolucionario quien decidió que Venezuela fuese un país dependiente de la producción del petróleo y, por otro lado, tampoco fue él quien decidió que los precios del crudo hayan bajado bruscamente, pero ciertamente ha sido él quien, en conjunto con su gabinete, no ha logrado solventar el fenómeno económico presentado.
Sin duda alguna, Venezuela pasó de ser un país de oportunidades y sueños a ser un país de crisis, donde sus pobladores prefieren tomar una maleta llena de ilusiones y marcharse a probar suerte en otros horizontes en vez de quedarse a observar la constante guerra de poder que existe entre los dos bandos.
Hoy más que nunca se puede decir que el principal defecto que tiene la economía de Venezuela es que ha quebrantado todas las teorías y supuestos económicos establecidos, que las variables endógenas y exógenas tienen un desequilibrio netamente absurdo y se hacen susceptibles unas a otras. Pero, sobre todo, el mayor impacto generado es saber que las decisiones que se desarrollan, vengan del bando que vengan, no se toman en cuenta desde el punto de vista económico sino desde una perspectiva política y con intereses netamente políticos. Necesitamos que esas decisiones sean únicamente para buscar una solución rentable y que represente una salida, no que se implementen para persuadir la opinión de la población y así obtener más votos.
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