Resulta desagradable escribir -y hasta leer- sobre Donald Trump, cada cosa que dice, cada insulto que vocifera ante los micrófonos demuestra su extremo nacionalismo que pasa por una arrogancia sin límites y una sobredosis de violencia verbal extensa. Tiene más argumentos que ideas; típico realmente de personajes de su carácter y cuenta bancaria. Donald Trump pesa aproximadamente 252 libras, algo así como 114 kilogramos y mide 1,88 metros, su rubia cabellera que se mueve al ritmo del viento le da ego, su fino rostro, sus expresivos ojos azules y puntiaguda nariz lo hacen abominable para cualquiera que se atreva a contradecirle o atacarle; él no duda en insultar, sea hombre o mujer, especialmente a las mujeres que en las últimas semanas han sido objeto de ataques por su parte y que además él mismo ha sido acusado de misógeno, aunque utilice a su esposa para negarlo. Pero no es falso que Donald Trump lleva la delantera para ser nominado por el Partido Republicano; está clara su ventaja y toda su popularidad ante los ciudadanos estadounidenses más afincados en el nacionalismo que toca el racismo y, por supuesto, sobre los grandes interés de sus negocios. Trump ha dado un revolcón a los precandidatos -muchos de ellos ya retirados de la contienda- del “Viejo partido”; tanto Rubio, como el pequeño de los Bush han caído derrotados ante el populismo del magnate; igualmente parece que le ocurrirá a Ted Cruz y al mismo John Kasich. 845 son los delegados que acumula, hasta éste día, Donald Trump, muchos de los cuales ha ganado en estados donde el apoyo hacia él ha sido claro, pero sin duda no deja de preocupar todo lo que engloba su acenso en la política, su esmerado esfuerzo por atacar a los inmigrantes y por insistir en que si ganara la presidencia, obligaría a México a construir un muro más grande para controlar la entrada de ciudadanos de toda Centroamérica; así como querer prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos y mantener vigiladas las mezquitas. Todo, absolutamente todo es terrorífico, alerta a todos de lo desastroso que sería si el “hombre de la cabellera” logrará obtener su puesto en la Casa Blanca.
Más allá de la crítica a Donald Trump, de la manera en que se le subestimó, la mala política en el terreno de los Estados Unidos, es de entender que un tipo como Trump no debe ser electo presidente de la primea potencia del mundo, es claro que sus intenciones serán desfavorable para el país, pues aislarlo del resto del mundo traería grandes consecuencias para su economía y relaciones con sus vecinos y grandes aliados (como la OTAN, a la cual ha criticado fuertemente). Es importante que los estadounidenses no permitan que el engaño y la demagogia que impulsa Donald Trump gane más adeptos, suficiente han sido sus victorias para la nominación como para que ganara la presidencia, cosa que está en juego ya que su gran obstáculo es justamente una mujer: Hillary Clinton. El momento preciso de detener a Donald Trump ha llegado y se basa en desmontar su aparato racista y xenófobo; hay que ampliar más los discursos y las estrategias, también es necesario que el Partido Demócrata corrija sus errores y analice cada actuación. Un profesor de Historia de La Universidad del Zulia (LUZ), me dijo en su clase, que “Donald Trump es el Hitler postmoderno” y creo que tiene razón, tiene razón en cuanto al discurso de Trump y en cuanto a la ceguera colectiva que hay en su alrededor. Hay que detener a Trump lo más rápido posible, es la hora de hacerlo o si no, se pagarán las consecuencias.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
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