El reloj marca las 2:00 a.m. del 28 de julio. Me despierto aturdido después de solo descansar media hora. Ha llegado el día, el gran día, el momento más esperado por los venezolanos: la crucial elección presidencial que definiría el destino del país. Todo apuntaba a una derrota de Nicolás Maduro frente al candidato de las fuerzas democráticas, el embajador Edmundo González Urrutia , hasta hace unos meses completamente desconocido, pero aupado por María Corina Machado , la resiliente líder opositora. Es 28 de julio y en Maracaibo el ambiente es de esperanzas, aunque la incertidumbre está presente. Todo puede suceder, pero el hartazgo, la indignación y la misma decepción se transforman en inmensas filas para ejercer el derecho al voto en todos los centros de votación. Agolpados los unos a los otros, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, esperan pacientemente el inicio de la jornada electoral, pues ven en el sufragio la posibilidad real de castigar al régimen chavista después de 25 añ
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