El próximo domingo 28 de julio los venezolanos nos veremos nuevamente cara a cara con la continuidad de la tragedia chavista o con la decisión firme e ineludible de avanzar de una vez por todas hacia el futuro. El 28 de julio es otra fecha, pero no es cualquier fecha. Es la posibilidad real de vencer a la dictadura a través del voto o de perpetuar indefinidamente el régimen de terror y miseria impuesto por el chavismo en los últimos 25 años. Sin duda, Nicolás Maduro representa el fracaso, el quiebre económico de la que fue en otrora la nación más prospera de América Latina y una de las más vigorosas del mundo. Los venezolanos el 28 de julio debemos decidir, no solo con el voto, sino también con nuestra valentía, si el país se termina de desbarrancar o si, en cambio, logramos que Edmundo González Urrutia consiga la transición hacia la democracia. Y no es cosa fácil, porque sabemos muy bien cuál es la naturaleza del régimen; conocemos con claridad que el chavismo es un movimiento capaz
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